4 – Que viene… que viene….

Y ¿ahora qué os cuento? Pues os cuento como ha sido este último mes de preparación de mi primer Ironman y esos momentos mentales duros que sabíamos que llegarían en algún momento. 

Este mes de junio arranca la primera semana con 21 horas de entrenamiento. Se dice pronto jeje

Veníamos de una última semana de mayo de menos carga y el cuerpo reacciona bien. Esa sensación de cansancio, y a la vez de querer más cuando el domingo acabas con un fartlek de 25 kilómetros.

A la semana siguiente, de nuevo completo 21 horas y media de entrenamiento. Pero aquí no queda la cosa no…lo peor de esa semana llegó el fin de semana. El más largo sin duda que he hecho nunca.

El sábado tocaban 5h en bici y el domingo otras 5 horas de bici y setenta minutos de transición. Fue un “primeras veces”, ya que era la transición más larga que había hecho.

Este fin de semana tocó lidiar con mis demonios…el domingo de vuelta a casa en bici, tenía ganas de tirar la bici a la cuneta, lo reconozco. Pero al llegar a casa y ponerme las zapatillas, la sorpresa es que al salir a correr me encuentro casi mejor que en toda la semana.

Es de esas veces que no sabes como, pero sale el entrenamiento.

Claramente, fue esa batalla y lucha contra mi cabeza, y esto pasa cuando llevas fatiga acumulada y además entrenas sola tantas horas. 

En la tercera semana de junio, las horas de entrenamiento ya bajan a 16h. Estamos a cuatro semanas del Ironman y no hay que bajar la guardia.

Aun así, ese fin de semana, tocó sacar el entrenamiento del sábado con una transición a 36 grados de 4 horas y media de bici y 50 minutos de carrera.

No sé las veces que paré en las fuentes a rellenar los bidones que duraban 15 minutos fríos.

Y aquí otro dato importante. Este sábado llego a asimilar los 87,5g de Carbohidratos por hora. Hace unos años, llegaba a las 50g y dando gracias jeje

Ese domingo, llega la última tirada larga de 2h. 

Creo que si algo he disfrutado mucho, son esas tiradas largas de carrera. Quizás porque viniendo de hacer distancia maratón mi cabeza esté más acostumbrada a ello.

Ya todo lo que queda es en bajada, pero no hay que bajar la guardia.

La siguiente semana, salen algo más de 15 horas y media de entrenamiento y después de esas semanas de más de 20 horas, el cuerpo reacciona bien y los entrenamientos salen con buenas sensaciones.

Esa misma semana visito a mi nutricionista Belén Rodríguez, con quien llevo trabajando desde hace algo más de 3 años. Tomamos medidas para ver en qué punto llegamos y repasamos la estrategia de los días de antes y del Ironman.

Nos adentramos en la última semana de junio, y el lunes, después de 7 semanas, toca descansar. Más que el cuerpo, la cabeza necesitaba ese pequeño reseteo de no hacer nada un día.

Esta semana el sueño se echa a perder un poco. La verdad, terminar los exámenes esta semana, a la vez que ya estás nervioso por lo poco que queda para el ironman, no ha sido una experiencia para repetir. 

Se me pasó por la cabeza a mitad de semana tirar la toalla y no presentarme hasta septiembre a los exámenes. Lo reconozco y no estoy orgullosa de ese pensamiento, pero necesitaba sentir la calma de unas semanas atrás y tenía la cabeza dando vueltas a 200km/h a cada minuto.

Al final, el estar entrenando me ayuda mentalmente a gestionarlo todo y organizarme mucho durante la semana.

Es domingo, 3 de julio, y estoy terminando de escribir todo esto para contarte que no, no tiré la toalla. Di ese último empujón a los libros y he terminado super contenta esos exámenes, dando carpetazo a un año más.

A veces no queremos asumir las tormentas y en realidad, detrás de ellas, suele aparecer ese arco iris lleno de calma.

Me he acostumbrado a tocar la pared y volver 160 veces en una piscina de 25 metros para sacar esos 4.000 metros de nado, he normalizado que lo que antes eran 6.000m semanales de piscina, ahora siempre son 10.000m y cuando no 13.600m, he hablado conmigo misma durante horas y horas desde que nací hasta los 31 años que tengo, he peleado contra mi cabeza el día que decía que no iba a sacar ese entrenamiento para terminar sacándolo….podría escribir aquí una retahíla parecida al Quijote, pero no te voy a enredar más 🙂

Ahora sí, te voy a ser sincera, y te digo esa parte que quizás no cualquiera te cuenta:

Entrenar un ironman no es un caminito de rosas, por mucho que te guste tanto entrenar como a mi.

Hay semanas que son muy duras y todo lo demás pasa a un segundo o incluso tercer plano, porque llegan esos fines de semana en los que eres productivo entrenando, pero cuando llegas a casa…se acabó el día, a recuperar y a por el siguiente día. He llegado a levantarme algún sábado sin ganas de pasar 5h sola dando pedales o llendo a nadar esos 4.000m un viernes por la tarde sin ninguna gana, pero ¿sabes qué? Hay dias en los que simplemente tienes que hacerlo, sin más, y esos dias, cuando lo haces, te sientes mejor que nunca.

Además en mi caso, ha habido muchas semanas seguidas en las que todos los días de la semana doblaba entrenamiento. Algo que he llevado bien, porque venía acostumbrada ya de hacerlo para entrenar para media distancia, pero os prometo que el primer día que vi en junio que me tocaba un solo entrenamiento me puse más contenta que unas castañuelas💃🏻

¿Reflexión de todo esto?Pues a unos días me siento con nervios, porque le tengo mucho respeto a la larga distancia, a lo desconocido y no sé lo que el día me tendrá preparado.

Me siento orgullosa del camino recorrido y tengo esa bonita sensación, de no poder echarme nada en cara, a una semana de ponerme en esa línea de salida. Siento que dentro de la dureza, ha sido un camino “fácil”, porque he podido encajar cada semana sin mucha dificultad, no he tenido lesiones ni molestias que se interpusieran en el camino…podría firmar para que todas las preparaciones fueran siempre así.

He aprendido mucho, he disfrutado del camino cada día, tal y como me propuse el día que hice esa inscripción, y no se si el día del Ironman de Vitoria, me enamoraré o no de la distancia, pero os aseguro que el camino, me ha hecho flechazo!💘

Gracias, a ti por llegar hasta aquí, por leer mis hazañas y aprendizajes en este ilusionante camino, gracias por acompañarme.

Ojalá en unos días, tenga un final feliz que contaros, pero si no fuera así, sé que llegar hasta aquí ha merecido la pena, y ese es el más bonito de los sentimientos que puedes tener al llegar al final del camino.

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