Lesionarse: un reto físico, mental y emocional

Sufrir una lesión o verse impedido de practicar lo que nos apasiona —el deporte— tiene consecuencias que van mucho más allá del plano físico. A menudo, también impacta profundamente en nuestro estado emocional y mental, afectando el proceso de recuperación y, sobre todo, el regreso a la práctica deportiva.

Durante los últimos años, tanto en mis compañeros como en mí, he observado cómo una lesión o una incapacidad para entrenar o competir afecta internamente, por más que intentemos ocultarlo. Es algo que se lleva por dentro, y que no siempre se ve desde fuera.

Aceptar para avanzar

Lo primero, sin rodeos, es aceptar la situación. Solo así podremos enfocarnos en recuperarnos. Y aunque a veces logremos entrenar en disciplinas que no comprometen la parte lesionada, lo cierto es que ningún deportista disfruta estando fuera por lesión. Cada uno reacciona de forma distinta, y hasta un mismo deportista puede vivir la misma lesión de forma diferente según el momento o contexto en el que ocurra.

Estas diferencias emocionales son clave, ya que influyen directamente en cómo se lleva adelante la rehabilitación.

Distintas respuestas, diferentes caminos

Hay quienes, al lesionarse, se desmotivan por completo: se aíslan, abandonan los cuidados y no reflexionan sobre el origen de la lesión, aumentando el riesgo de recaída. Otros, en cambio, aceptan lo ocurrido, mantienen una actitud positiva y hacen todo lo posible para recuperarse bien y volver con garantías.

Entre las emociones más comunes tras una lesión están la frustración, la rabia, la tristeza y el estrés. De hecho, muchos expertos comparan este proceso con el modelo del duelo propuesto por la Dra. Elisabeth Kübler-Ross, que incluye cinco fases emocionales:

  1. Negación
  2. Ira
  3. Negociación
  4. Depresión
  5. Aceptación

Aunque no hablamos de una pérdida de vida, las respuestas emocionales ante una lesión pueden ser muy similares, y varían de persona a persona. Por eso, aunque no se puede aplicar este modelo de forma universal, sí puede servirnos como herramienta para entender cómo estamos reaccionando.

Ejemplos de estas fases en deportistas lesionados:

  • Negación: Cuando intentas minimizar lo ocurrido y sigues entrenando como si nada. Pregúntate: ¿le darías ese mismo consejo a un compañero?
  • Ira: Si sientes rabia, culpa o te preguntas por qué te pasó a ti, estás en esta fase. Verbalizar lo que sientes puede ayudarte a liberar tensión.
  • Negociación: Buscas atajos para recuperarte antes de tiempo: terapias milagrosas, nuevos especialistas, entrenar más de lo debido… pero la realidad es que la recuperación necesita tiempo.
  • Depresión: Puede aparecer en lesiones largas o en deportistas con menor capacidad de afrontamiento. Apatía, desgana, insomnio… En estos casos, es crucial mantener una rutina mínima, planificar tareas sencillas y no recompensarte con hábitos poco saludables.

Si la tristeza se prolonga, no dudes en acudir a un profesional de la salud mental.

  • Aceptación: Cuando asumes tu situación, conoces el alcance real de tu lesión y trabajas con paciencia y compromiso. ¡Enhorabuena! Vas por el buen camino.

La clave está en cómo gestionamos lo que sentimos

El verdadero obstáculo muchas veces no es la lesión, sino nuestras emociones y pensamientos alrededor de ella. Y lo más preocupante es que una mala gestión emocional puede aumentar el riesgo de una nueva lesión, ya que el miedo, la inseguridad o la falta de confianza alteran la técnica, la toma de decisiones y la biomecánica.

La recuperación empieza en la mente

Más allá del diagnóstico médico, hay factores psicológicos que inciden de forma directa en cómo nos recuperamos. Uno de ellos es el proceso de valoración cognitiva, que ocurre en dos fases:

  • Valoración primaria: Evaluamos qué perdemos por estar lesionados: entrenamientos, competiciones, sensaciones, progreso.
  • Valoración secundaria: Valoramos si tenemos los recursos físicos y psicológicos necesarios para afrontar la situación.

Consejos para gestionar mejor tu recuperación

  • Conoce bien tu lesión y su evolución.
  • No te engañes con falsas señales de mejora: ignorar el dolor puede empeorar todo.
  • Sé un paciente activo: infórmate, haz lo que te indican y participa en tu proceso. Esto reduce los pensamientos negativos y catastrofistas.

«Durante una lesión, es tiempo de aprender»

Pensar en positivo está bien, pero hay que tener voluntad

La motivación por sí sola no sirve si no va acompañada de voluntad: esa fuerza interior que nos impulsa a actuar y superar obstáculos. Si de verdad quieres volver, tienes que comprometerte con tu recuperación.

Pilares fundamentales durante la rehabilitación:

  • Comunicación constante con entrenadores, terapeutas y compañeros.
  • Automotivación y actitud abierta.
  • Flexibilidad mental para adaptarse a las nuevas rutinas.
  • Tolerancia y respeto por el dolor: no lo veas como un enemigo, sino como una señal útil. Evita los calmantes que enmascaran el dolor y te hacen forzar antes de tiempo.
  • Participación activa en todo el proceso.

«Durante una lesión, el objetivo principal no es entrenar. Es recuperarse.»

Y si estás solo… busca apoyos

Hay momentos en que el deportista queda solo, sin el respaldo del staff técnico o médico. Es ahí cuando la voluntad y la motivación se vuelven aún más necesarias. Pero incluso entonces, no enfrentes el proceso sin buscar apoyo: un amigo, un mentor o simplemente alguien que te escuche puede marcar la diferencia.

Reprograma tu mente y tus hábitos

En cualquier momento pueden surgir pensamientos negativos. No los alimentes. Neutralízalos y cámbialos por algo constructivo. Una estrategia útil: haz una lista con recuerdos felices, metas futuras, agradecimientos o frases que te animen. Cuando sientas que flaqueas, léela.

Aprovecha este tiempo para ponerte al día con cosas pendientes. Transforma este parón en una etapa de crecimiento, mejora personal y renovación.

En resumen…

La velocidad con la que nos recuperamos depende de cuánto tardamos en aceptar lo ocurrido y actuar en consecuencia. También influyen la motivación, las metas a corto plazo y la actitud con la que enfrentamos la situación.

Podríamos seguir escribiendo mucho más, pero con que esto sirva para ayudarte —o ayudar a un compañero— ya será suficiente. Ojalá nunca tengas que pasar por una lesión, pero si llega ese momento, que se convierta en una oportunidad para volver más fuerte que nunca (sin prisas, pero con determinación).

Autor: José Acosta ( triatleta, técnico superior de triatlón, entrenador superior de natación, Licenciado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte ).


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